Mucha gente cree que las cicatrices de los brazos de John Frusciante son el resultado de las quemaduras que sufrió en el incendio que arrasó su casa en 1996, en el que perdió toda su colección de guitarras. Sin embargo, aunque a simple vista parecen quemaduras, esas cicatrices en realidad son una acumulación excesiva de tejido cicatricial originado por multitud de abscesos que el propio guitarrista se provocaba al inyectarse heroína y sobre todo cocaína. Al parecer, Frusciante sufrió muchas infecciones y no sólo en los brazos. Sus encías también se infectaron, por lo que tuvo que quitarse todos los dientes y reemplazarlos por implantes dentales.