Cuando Def Leppard alcanzó un alto grado de popularidad, sus componentes decidieron tomarse esa comodidad relativamente frecuente en los artistas de éxito que es tener su propio avión. Y así lo recordaba el cantante Joe Elliott en el diario británico The Observer: "Solíamos hacer uso de nuestro propio avión, que tenía el nombre de la banda a los lados. Era un sueño hecho realidad. Te diriges a un aeropuerto local. No hay check-in ni nada de eso, simplemente te metes en el avión. Era solamente un pequeño aparato de 12 asientos, no era como un Boeing 757 estilo Led Zeppelin con máquinas expendedoras de condones ni barras de stripper en él. Era el viejo avión de Elvis, un G1, el único que nosotros llegamos a pilotar físicamente. Aún estaba en servicio, así que lo alquilamos. Uno no se compra un avión si va a salir de gira, lo alquila. Estaba pintado de negro y tenía el compensador de color rosa con el nombre Def Leppard en un lado, lo cual es un poco cursi". Pero las cosas no terminaron de salir bien con el antiguo avión del Rey del Rock y, tras una desagradable anécdota, el grupo decidió prescindir de él. "Una vez atravesamos unas pocas turbulencias y el avión cayó 1.500 pies en el aire en un espacio de un segundo y medio, y las hélices iban a quedarse KO, así que los pilotos tuvieron que hacer descender el avión con el morro hacia abajo. Como consecuencia entramos en gravedad cero durante segundo y medio, así que todo en el avión empezó a flotar, incluidos nosotros, y cuando volvió la gravedad caímos de golpe a 220 millas por hora contra la puerta de uno de los aseos. Tres de los componentes de la banda decidieron que no querían volver a volar nunca más. Yo me lo tomé como un fallo técnico, y me siguieron gustando los aviones, pero el voto de la mayoría gana. Cuando volvimos a los autobuses, los dividimos en tres unidades. Había un autobús vegetariano, uno familiar, y el de ataque, que era en el que se bebía y se escuchaba la música que a mí me gustaba".