A finales de 1976, el grupo Pink Floyd inmortalizó en la portada del disco Animals un cerdo rosa sobrevolando las chimeneas de una central eléctrica en Londres. El artista Jeffrey Shaw fue el encargado de dar forma al diseño original de Roger Waters, creando un bonito cerdo hinchable gigante para hacer la fotografía. Pero, durante la sesión fotográfica, el cerdo decidió ver mundo y se liberó de sus ataduras desapareciendo en el horizonte. Tras un largo paseo por los cielos londinenses, el porcino sonrosado decidió regresar a tierra y aterrizó en una granja cercana asustando a las vacas que allí pastaban y a su dueño. Desde entonces, este cerdo volador se convirtió en el símbolo de Pink Floyd y Roger Waters aún lo utiliza en sus conciertos. 31 años después, durante la actuación del ex bajista de Pink Floyd en el Festival de Coachella 2008, un descendiente directo de aquel primer cerdo también decidió lanzarse a la aventura y seguir los pasos de su abuelo liberándose de las ataduras y perdiéndose en el horizonte del desierto de California. Los organizadores del festival ofrecieron de recompensa cuatro entradas de por vida para el festival y 10.000 dólares, unos 6.400 euros, para la persona que localizara al cerdo volador fugitivo. Tres días más tarde, una mujer llamada Susan Stoltz encontró en la puerta de su casa unos trozos de plástico que no supo identificar como el cerdo perdido hasta que leyó, en el diario Desert Sun, un artículo sobre la desaparición del animal hinchable. "Mis hijos van a pensar que soy guay", exclamó la sorprendida mujer al enterarse de a quién pertenecían los trozos de plástico. Su vecina, Judy Rimmer, encontró restos aún más grandes en su entrada y ambas compartieron la suculenta recompensa.
Fuente: Desert Sun