En febrero de 1991, Eric Carr, batería de KISS, se hizo una revisión médica porque llevaba un tiempo con fiebre y tosiendo sangre. Después de las pruebas pertinentes, le fue diagnosticado un tumor en el corazón con el tamaño y la forma de un dedo meñique. Una semana más tarde sería sometido en Nueva York a una delicada operación, para extirparle el tumor y reconstruirle el corazón. Cuando llegaron los resultados finales de los análisis y las pruebas posteriores, el mazazo fue terrible: el tumor era maligno, un tipo de cáncer muy raro, con ramificaciones en los pulmones y metástasis en los intestinos. Sin embargo, Eric Carr no se hundió y luchó con todas sus fuerzas contra la enfermedad. Pero tras sufrir dos hemorragias cerebrales seguidas, sucumbiría el 24 de noviembre de 1991, a los 41 años de edad. Sus restos mortales se encuentran enterrados en el cementerio Cedar Hill de la ciudad de Newburgh, en Nueva York.