Gram Parsons representó a la perfección el espíritu del músico inquieto y adelantado a su tiempo. Su prometedora carrera se vio truncada por su fallecimiento en 1973, con tan sólo 26 años. Su muerte no hizo sino agrandar su mito. Antes de fallecer, Parson comentó a sus amigos que deseaba ser incinerado enfrente del famoso árbol Joshua Tree, que se encuentra en California, y que sus cenizas fueran esparcidas en un cúmulo de rocas cercano a dicho árbol, denominado como Cap Rock. Parsons solía ir a ese lugar a meditar y a buscar OVNIS bajo los efectos de las drogas y el alcohol. El 19 de septiembre de 1973 lo encontraron muerto por una sobredosis de tequila y morfina, para sorpresa de todos aquellos que aseguraban que Gram Parsons estaba "limpio" desde hacía tiempo. Pero tras su muerte, su padrastro quiso llevarse el cuerpo y enterrarlo en Nueva Orleáns y establecer esa ciudad como lugar de residencia "post-mortem" de Gram Parsons, lo que por ley lo convertiría en heredero automático de su hijo adoptivo. Phil Kaufman, hermano de sangre, mánager y conocedor de la última voluntad de Parsons, decidió cumplir los deseos de su amigo fallecido. Compró cinco galones de gasolina, secuestró el cuerpo de Gram Parsons en el aeropuerto y, con la policía y el padrastro pisándole los talones, lo llevó a Cap Rock, en el Joshua Tree National Park, y allí le prendió fuego. Fue detenido pero, como en ese estado no había ninguna ley que penara el robo de cadáveres, tan sólo fue acusado de robar el ataúd y condenado a pagar 750 dólares.
Fuente: FHM