En 1971, durante un concierto en el Rainbow de Londres, un fan enfadado porque decía que el grupo no valía el dinero que le había costado la entrada y que Frank Zappa le estaba echando "miraditas" a su novia, se subió al escenario y lo tiró al foso de la orquesta. Zappa se rompió las costillas y una pierna y pasó casi todo el año siguiente en una silla de ruedas. A partir de entonces decidió llevar un guardaespaldas en el escenario. Frank Zappa recordaba así el incidente: "Teníamos algunos problemas, los micrófonos se acoplaban y toda clase de mierda rara sucedía, pero aún así nos las arreglamos para acabar el primer pase. Al final del primer pase, salimos del escenario y volvimos para hacer un bis. Creo que tocamos 'I Want to Hold Your Hand'. Todo lo que recuerdo después de eso es despertarme en el foso de la orquesta dolorido. No sabía lo que me había pasado. En las semanas siguientes al ataque, fui capaz de reconstruirlo, pero en ese momento no tenía ni idea. La banda pensó que estaba muerto. Me había caído quince pies hasta el suelo de cemento del foso de la orquesta, mi cabeza estaba sobre el hombro, y mi cuello estaba doblado como si estuviera roto. Tenía un corte en la barbilla, un agujero detrás de la cabeza, una costilla rota y una pierna fracturada. Un brazo estaba paralizado. En esos días, no llevaba guardaespaldas; la 'seguridad' era aportada por los promotores locales. En el caso de este concierto, la seguridad consistía en dos grandes tipos de las Antillas, a cada lado del escenario. Durante el bis, estaban fuera fumando porros en algún lugar. En su ausencia, un tipo llamado Trevor Howell había subido al escenario, me había dado un puñetazo y me había tirado al foso. Le dio a la prensa dos historias. Una de ellas era que yo había estado 'echándole miradas a su novia'. Eso no era verdad, ya que el foso de la orquesta no sólo tenía quince pies de profundidad sino el doble de amplitud, y los focos me daban en la cara. Ni siquiera puedo ver al público en esas situaciones, es como mirar dentro de un agujero negro.
Ni siquiera vi al tipo venir hacia mí. Le contó a otro periódico que estaba cabreado porque sentía que no le habíamos dado 'lo que valía su dinero'. Elegid vuestra historia favorita. Después de golpearme, intentó huir entre el público, pero un par de tipos del equipo lo atraparon y se lo llevaron detrás del escenario para entregarlo a la policía. Acabó pasando un año en la cárcel por infligirme 'lesiones graves de pronóstico reservado'. La prensa británica lo encontró divertido. Me llevaron a un hospital público. Recuerdo estar en la sala de emergencia que, como el resto de Londres en esa época del año, estaba tremendamente fría. Estaban claramente faltos de personal, un tipo dos camas más allá tenía las pelotas destrozadas por una pelea en algún lugar, y estaba aullando, sin atención. No podían darme anestesia porque tenía una herida en la cabeza, así que al rato simplemente me desmayé, y me desperté más tarde en una habitación maloliente rodeado de camas, en círculo, con cortinas colgadas entre ellas. Recuerdo las cortinas abriéndose delante mío y una enfermera negra entrando y mirándome la cara; como si hubiera visto un monstruo. Estaba completamente hecho puré. Más tarde se me transfirió a la Clínica de la Calle Harley donde me quedé todo el mes siguiente. Tenía un guardaespaldas las veinticuatro horas del día porque el imbécil que me había pegado estaba en libertad provisional, y no sabíamos cómo estaba de loco. Cuando la cabeza se me dobló sobre el hombro, me había estrujado la laringe, así que no podía hablar. Como resultado de eso, el tono de mi voz bajó una tercera y se ha quedado así desde entonces (tener una voz grave está bien, pero hubiera preferido obtenerla de otra forma). Después de un mes, aprendí a andar con muletas. Llevaba una escayola hasta la cadera, pero la pierna se negaba a curarse. Querían romperme la pierna otra vez y recolocarla. Dije, "No, gracias. Dejadme puesta la puta escayola". Permanecí con la escayola y en silla de ruedas durante la mayor parte del año. Después me quitaron la escayola y me entablillaron con una prótesis, una de esas cosas con juntas de metal y cintas y un zapato especial. Finalmente se me curó la pierna, pero se quedó un poco doblada. Una pierna es ligeramente más corta que la otra, la causa de muchos años de dolor crónico de espalda".
Ni siquiera vi al tipo venir hacia mí. Le contó a otro periódico que estaba cabreado porque sentía que no le habíamos dado 'lo que valía su dinero'. Elegid vuestra historia favorita. Después de golpearme, intentó huir entre el público, pero un par de tipos del equipo lo atraparon y se lo llevaron detrás del escenario para entregarlo a la policía. Acabó pasando un año en la cárcel por infligirme 'lesiones graves de pronóstico reservado'. La prensa británica lo encontró divertido. Me llevaron a un hospital público. Recuerdo estar en la sala de emergencia que, como el resto de Londres en esa época del año, estaba tremendamente fría. Estaban claramente faltos de personal, un tipo dos camas más allá tenía las pelotas destrozadas por una pelea en algún lugar, y estaba aullando, sin atención. No podían darme anestesia porque tenía una herida en la cabeza, así que al rato simplemente me desmayé, y me desperté más tarde en una habitación maloliente rodeado de camas, en círculo, con cortinas colgadas entre ellas. Recuerdo las cortinas abriéndose delante mío y una enfermera negra entrando y mirándome la cara; como si hubiera visto un monstruo. Estaba completamente hecho puré. Más tarde se me transfirió a la Clínica de la Calle Harley donde me quedé todo el mes siguiente. Tenía un guardaespaldas las veinticuatro horas del día porque el imbécil que me había pegado estaba en libertad provisional, y no sabíamos cómo estaba de loco. Cuando la cabeza se me dobló sobre el hombro, me había estrujado la laringe, así que no podía hablar. Como resultado de eso, el tono de mi voz bajó una tercera y se ha quedado así desde entonces (tener una voz grave está bien, pero hubiera preferido obtenerla de otra forma). Después de un mes, aprendí a andar con muletas. Llevaba una escayola hasta la cadera, pero la pierna se negaba a curarse. Querían romperme la pierna otra vez y recolocarla. Dije, "No, gracias. Dejadme puesta la puta escayola". Permanecí con la escayola y en silla de ruedas durante la mayor parte del año. Después me quitaron la escayola y me entablillaron con una prótesis, una de esas cosas con juntas de metal y cintas y un zapato especial. Finalmente se me curó la pierna, pero se quedó un poco doblada. Una pierna es ligeramente más corta que la otra, la causa de muchos años de dolor crónico de espalda".
Fuente: Artículo original de Román García Albertos.