En septiembre de 1986, un joven resultó muerto en un concierto del grupo Scorpions celebrado en el estadio del Rayo Vallecano, en Madrid. El fallecido era Miguel Ángel Rojas del Castillo, de 20 años, y murió a causa de una puñalada en el corazón, propinada en una pelea que se originó al negarse a invitar a beber a otra persona que se lo pidió. Tras las investigaciones, se descubrió que el asesino fue un cabo de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, llamado Michael Wagner, que estaba destinado en la base de Torrejón Ardoz, en Madrid, quien sería juzgado y condenado a 15 años de prisión. A partir de ese momento comenzaría en España una injustificada campaña contra el heavy metal en los medios de comunicación; los más conservadores acusaron a este tipo de música de promover la violencia, de ser muy peligrosa e incluso intentaron prohibir los conciertos. La respuesta por parte de la juventud no se hizo esperar movilizándose en manifestaciones pacíficas. El músico Pedro Bruque, luchó para que el heavy metal obtuviera el reconocimiento que se merecía, componiendo uno de los mayores himnos de aquella generación, "El Heavy No Es Violencia", y organizando una serie de conciertos por todo el estado bajo este lema. Con el tiempo, la percepción sobre el heavy metal que la sociedad española adquirió tras el asesinato Miguel Ángel Rojas iría cambiando, hasta volver de nuevo a la normalidad.
Fuente: El País