Bien es sabido que Mick Jagger y Keith Richards son como el día y la noche: mientras Jagger es un tacaño empedernido capaz de regatear con las prostitutas el precio de sus servicios, Richards es un hombre generoso al que no le importa ayudar económicamente a sus empleados. Esto lo sabe muy bien el colombiano Jorge Yepes. Yepes entró a trabajar en la casa de Richards a finales de los 90 como un simple obrero de la construcción para hacer unas reformas, pero hizo tan buenas migas con el guitarrista, que éste lo contrato como mayordomo. Pronto se convertiría en su mano derecha y viajaría por todo el mundo acompañando a la familia Richards. Un día el humilde Yepes le diría a su nuevo jefe que extrañaba a su novia y el guitarrista le entregaría unos cuantos miles de dólares para que pudiera llevar a su novia a los Estados Unidos. “Le conté al señor Richards que no era feliz, que la quería conmigo y me dijo que la llevara a la mansión, pero le conté que era muy difícil obtener la visa para un colombiano. ‘La única es comprar la visa, señor Richards’, le dije un día. A la semana, me dio 13.000 dólares en un sobre. ‘Haz lo que tengas que hacer, pero tráela y sé feliz’, me dijo”. Poco tiempo después se casarían y ella también entraría a formar parte del servicio doméstico de la familia Richards. Lamentablemente, aquella vida idílica acabaría cuando el matrimonio se rompió. Yepes abandonaría a su mujer y aquel maravilloso trabajo, y terminaría delinquiendo. Finalmente sería deportado a su país, lugar donde sobrevive limpiando cristales y desde donde recuerda con nostalgia aquellos días en los fue el mayordomo de un Rolling Stone.
Fuente: El Tiempo