En una ocasión, Alice Cooper entabló amistad con una entrañable anciana que iba sentada a su lado en un avión. Durante el viaje, jugaron a las cartas hasta que la mujer se sintió cansada y decidió echar una cabezada, pero antes le pidió que la despertara en el momento del aterrizaje. Cuando llegó el momento, Alice descubriría que la anciana había fallecido mientras dormía. Triste por lo sucedido, bajó del avión entre los cuchicheos del resto de pasajeros que lo miraban con miedo a su paso, ya que, por aquel entonces y debido a sus espectáculos, Alice Cooper tenía fama de ser una especie de reencarnación del mal y la muerte de la anciana para ellos confirmaba los absurdos rumores que acompañaban al cantante allí donde iba.