A los 17 años de edad, Ozzy Osbourne fue arrestado por robar bienes por el valor de 25 £ y condenado a pagar 40 £, una suma que por aquel entonces era toda una fortuna para el futuro cantante de Black Sabbath. Ozzy recurrió a su padre, pero se éste se negó en rotundo a pagar la multa, así que al final terminó encarcelado durante tres meses en una prisión de Birmingham. El delito de Ozzy, quien se autodenomina a sí mismo como un “criminal sin esperanza” en su autobiografía I’m Ozzy, consistió en entrar a robar tres veces en el mismo local: una tienda de ropa que estaba justo detrás de su casa en Aston. La primera vez que entró en la tienda se olvidó de llevar una linterna, así que a oscuras cogió una caja sin saber que en el interior sólo había perchas, baberos para bebés y calzoncillos de niños pequeños, lo descubriría cuando quiso vender su contenido en un pub cercano. Decepcionado, regresó a la tienda y esta vez eligió un televisor de 24 pulgadas, pero era demasiado pesado para él y terminó en el suelo casi aplastado por el aparato. Y así estuvo, sin poder moverse, durante aproximadamente una hora. Al tercer intento, consiguió robar unas camisas y además en esta ocasión se puso guantes como todo un profesional del crimen. El problema fue que a uno de los guantes le faltaba un pulgar, así que a la policía no le resultó nada complicado dar con el autor del robo.