El camerino del grupo Motörhead siempre tenía que estar bien provisto de cerveza, Jack Daniel’s, champán francés y tabaco rubio, así como de chocolatinas, patatas fritas, quesos, huevos duros y frutas. También exigían un total de setenta toallas que no soltaran pelusilla, y ocho pizzas familiares, para después del concierto. Pero tal vez las exigencias más especiales fueran las del difunto Lemmy Kilmister, líder del grupo. Exclusivamente para él tenía que haber un coche de lujo aparcado en la puerta del hotel, listo para ser utilizado a cualquier hora, así como una botella de oxígeno portátil, una tragaperras y, sobre todo y lo más importante, seis huevos de chocolate Kinder Sorpresa, comprados de forma individual y no en paquetes, para que hubiera más posibilidades de que el juguete del interior no saliera repetido.