En 1963, a los 15 años de edad, Rory Gallagher compró su primera guitarra, una Fender Stratocaster, en Cork, la ciudad donde se había trasladado su familia para iniciar una nueva vida. Le costó 100 libras esterlinas, una cantidad nada despreciable en aquella época, que fue pagando a plazos y a escondidas de sus padres. Fabricada en 1961, fue su fiel compañera hasta que falleció a los 47 años de edad. Le tenía tanto aprecio que incluso en una ocasión arriesgó su propia vida para protegerla, durante un motín que estalló en un concierto. El público, enfurecido, subió al escenario con la intención de romper todo lo que allí había y Rory evitó que la destrozaran tirándose encima de ella. Aquello le costó una soberana paliza, de la que tardaría dos semanas en recuperarse. Tras la muerte de Rory, la guitarra pasó a pertenecer a su hermano Donal, quien aún la conserva. En la actualidad, una réplica en bronce a tamaño natural de la primera Stratocaster de Rory Gallagher se puede ver colgada en una calle de Dublín, un lugar emblemático que es visitado en peregrinación por los fans de esta leyenda del blues.