El 27 de agosto de 2012, Bobby Gladden, un chaval de 15 años, acudió al colegio Perry Hall High School de Baltimore con una escopeta, munición para ella y una botella de vodka, dispuesto a cometer una masacre. Allí disparó al azar alcanzando a Daniel Borowy, otro chaval de su misma edad, que quedó gravemente herido en el suelo, antes de que un valiente profesor le quitara el arma. Bobby Gladden terminó entre rejas acusado de intento de asesinato en primer grado y se abrió una investigación para esclarecer los motivos que le impulsaron a intentar asesinar a sus compañeros de colegio. A través de las redes sociales, la policía descubrió que el joven era fan de Rammstein y de otros grupos de heavy metal, como Marilyn Manson y Slipknot, lo que sirvió de excusa para que los medios de comunicación lo calificaran como un inadaptado obsesionado con el heavy metal. Por si esto fuera poco, también trataron de imputar parte de la culpa a las canciones de Rammstein, en el momento en el que descubrieron que el chaval había colgado en Facebook una foto y una cita del cantante Till Lindemann, junto con el mensaje: “El primer día de escuela, el último día de mi vida. Qué se joda el mundo”.