La pasión por la cocaína de Freddie Mercury suscitó una leyenda urbana que aseguraba que empezó a consumir esta droga por el ano después de que alguien le dijera que si seguía consumiendo por la nariz, terminaría con las cuerdas vocales destrozadas. A partir de entonces, y siempre según esta leyenda urbana, Freddie habría encargado a un grupo de fieles asistentes que le suministraran la droga por el ano, con la ayuda de una pajita. Así habría logrado mantener sus cuerdas vocales sanas, pero su intestino no correría la misma suerte. Según este mito, con el tiempo, el cantante perdió el control del esfínter y se vio obligado, a principios de los 80, a someterse a una dolorosa cirugía para reconstruir esa delicada parte de su anatomía.