Tras pasar por varias clínicas de desintoxicación en un vano intento de superar su adicción al alcohol, a mediados del 2020 Marilyn Manson descubrió que cuando estaba lejos de los escenarios también lo estaba de la botella, así que decidió abandonar la música para siempre. Y como de algo tenía que vivir, se lavó la cara, se quitó las lentillas y el liguero, se cambió el nombre por el de Norman Frederick Anderson y se puso a trabajar como dependiente en una ferretería de Long Island, en Nueva York, después de competir por el puesto con otros 20 hombres que se presentaron a las pruebas de selección. Desde entonces, Marilyn Manson no ha vuelto a beber y además está encantado con su nueva vida anónima, entre enchufes, cables y todo tipo de herramientas: “Me encanta mi nueva vida. ¿Sabías que los tornillos se clasifican según la cabeza, material, función y utilidad? Los hay de cabeza ranurada cruciforme, cadminizados, tropicalizados… ¡¡Es increíble!! Realmente puedo decir que ahora soy feliz. Lo único que echo de menos son las fiestas que me corría con Johnny Depp y las chicas. Ahora me cuesta más llevarlas a la cama. Te voy a ser sincero, no me como un colín. Antes era mucho más fácil”, declaró el cantante.