En una ocasión que el cantante británico Robbie Williams visitó a su compatriota Ringo Starr en Los Ángeles, fue testigo de un fenómeno paranormal. Durante el tiempo que estuvo en la mansión del ex Beatle, vio varias veces en un rincón a una anciana sentada en una silla mirando al infinito. Aunque le llamó la atención, no le dio mucha importancia porque pensó que era un familiar del famoso batería. Tiempo después, durante una conversación con Zak Starkey, el hijo de Ringo, descubría que aquella mujer era un fantasma. Al enterarse de que había estado en la casa de su padre, Zak le preguntó si había visto el fantasma que moraba en la casa: una anciana que siempre se aparecía sentada en una silla.